Creo que he encontrado mi casa ideal. Me he pasado la vida creyendo que ésta sería una casa enorme, que tendría una cocina completa para poder cocinar (otra de mis grandes pasiones), habitaciones suficientes para todos mis amigos, etc.
Y hoy he descubierto que no, que con tan solo 40 m2 con una decoración muy apañada y un emplazamiento de ensueño ya sería feliz. Y la casa que vamos a ver hoy lo tiene todo. ¡Me encanta!
Esta cabaña la podemos encontrar en Auckland, Nueva Zelanda, y su construcción ha corrido a cargo del estudio de arquitectura Crosson Clarke Carnachan Architects. El resultado ya habéis comprobado por mi reacción que no puedes ser más acertado.
Su interior es fantástico por ser muy luminoso. Y por si necesitáramos más luz, toda la fachada que mira al mar se puede abrir completamente como si de un portón de garaje se tratara.
La cabaña es muy respetuosa con el entorno que le rodea. Tanto es así que está construida sobre dos placas de madera que pueden desplazarse llegado el momento. Esta característica tan innovadora no está solo pensada para respetar el medio ambiente, también se ha ideado así para que la cabaña pueda desplazarse si el paisaje o el entorno se erosionara y corriera peligro.
En el interior ya vemos que cualquier recoveco se ha aprovechado al máximo. Son solo 40 m2 de los que disponemos, pero parecen más de lo bien distribuidos que están. La casa cuenta con tres niveles, dos internos y uno superior que hace las veces de terraza (por si un día no te apetece comer o tomar el sol en la arena).
Yo la verdad es que poca cosa más tengo que añadir de este choza. Pequeña, elegante y sencilla. Para mí esta casa es un pequeño lugar situado en el mismo paraíso.